Se ve que algo está pasando. Nadie lo ve. Nadie lo escucha. ¿O quizá será que nadie quiere verlo, que nadie quiere escucharlo?. Sea como sea, todos nos encontramos aquí, dentro de un mismo sistema, dentro de un mismo círculo, y nos estamos devorando, los unos a los otros. Sin piedad. Sin merced. ¡La merced es para los débiles!, se le oye gritar a un viejo trajeado desde el fondo. ¿De verdad?, ¿hasta ese punto hemos llegado, hasta el punto de creer que la merced es tan solo un sustantivo que unos pocos pueden disfrutar?. Dios mío, ¿en qué nos hemos convertido?, ¿cuándo cambiaron las cosas?. Me acuerdo cuando el ayudar y la solidaridad primaban. Espera...no. No me acuerdo. ¡Oh dios mío! ¿Por qué no me acuerdo? ¿Tan mal estamos?. Dicen que no evolucionamos. Dicen que seguimos atascados en el mismo agujero de mierda donde nacimos, y lo peor es que dicen que no sabemos como salir. Os preguntaréis porqué os cuento todo esto, veréis, soy una simple adolescente estudiando una simple carrera y viviendo una simple vida. Mil sueños recorren mi cabeza y ninguna se cumple. Tal vez por falta de oportunidad, por estar ocupado, no lo sé, utilizad cualquier eufemismo que se os venga a la mente para no llamarlo por su nombre. Carencia de motivación. Y sí, soy una simple adolescente que no cree que el nada pueda cambiar, y lo que es peor, no cree que aunque se pudiese cambiar, ese cambio se haría a mejor. Así que prefiero quedarme donde estoy. Sentada. Viendo la vida pasar, y preguntándome si no sería mucho más fácil verlo todo a 5 metros bajo tierra. Así que por eso hago esto, no es culpa de nadie, mama, papa, hermanos, novio. Os quiero, y todo ese rollo. Os deseo una vida plena y blablabla. Supongo que, meramente, soy demasiado narcisista como para querer vivir en este mundo de mierda.