“La muerte de una mujer hermosa, es sin duda el tema más poético del mundo.”

〘 siglo ⅩⅨ, Inglaterra 〙

No era común la inmigración de japoneses a Gran Bretaña por aquella época, pero el futuro de la familia Yayoi huyó de las tierras niponas en una noche tranquila, oculto bajo el manto estrellado de la luna. El muchacho quería explorar el mundo, así que su esposa y él huyeron al primer barco que vieron en el puerto comercial, pagando bien a los marineros, pues podían permitírselo. Así aseguraron un futuro cómodo para las próximas generaciones.

Para desgracia de aquel intrépido joven, murió antes de poder ver a la nieta con la que su hija bendecería a la familia. Sufrió un accidente mientras trabajaba en una fábrica, llevándose a la tumba la alegría de su mujer, la cual murió una semana después que su amado. Tal era su lástima. Entre la tristeza apareció un rayo de luz, nombrándola Yamu para señalar que ese era el fin de los malos tiempos. Al menos por eso rezaron los padres. Esto ocurrió en la madrugada del 22 de diciembre, en una noche tan blanca como la piel de la niña que acababa de nacer.

Durante toda su infancia y adolescencia, la muchacha fue tópico de numerosas conversaciones en su ciudad, despertando los celos de las nobles más jóvenes. La mayoría adoraba la peculiaridad en la belleza de Yamu, arrancando suspiros de cada hombre que la veía. Decenas de pedidas de mano fueron rechazadas, pues los padres de la japonesa veían que todo era producto del deseo que necesitaba estar junto a su preciada hija para calmarse. Ella jamás vio el lado oscuro del matrimonio, no hasta que su vida fue interrumpida de la nada.

Yamu ya era adulta, paseando en la primavera de sus 21 por los jardines de su hogar, como habituaba a hacer antes de la hora del té. Para mantener su palidez, se ocultaba bajo un elegante parasol, así siendo fácil de identificar desde los interiores de la casa, pues los criados la vigilaban. Aunque ese día, una voz masculina rompió la paz que la naturaleza había creado, obligándola a buscar su origen. Frente a ella se alzaba la figura de uno de los condes de la ciudad. La joven pensó en huir, pero la pedida de mano la dejó más desconcertada. Jamás había conocido que aquel conde estuviera interesado en ella, y sus padres tampoco; era la primera vez que aparecía en el hogar de los Yayoi.

Por mucho que la camelara con riquezas inimaginables y supuesto amor, la nipona rechazó toda propuesta que se le ocurrió al noble, despertando consecuentemente su ira. El único rastro que quedó de Yamu en ese jardín era el parasol tan negro como sus cabellos. De repente se encontraba atada a un árbol, en las profundidades de un bosque, silenciada por una tela sobre su boca que ahogaba sus gritos. Por algún motivo, el conde la abandonó unos momentos, creyendo que seguiría ahí a su regreso.

Entre lloros y rezos, Yamu fue bendecida con la aparición de un hombre que paseaba por el bosque. Pasaba desapercibido gracias a la densidad de la vegetación, que se tragaba la gran mayoría de la luz. A la muchacha le daba igual quién era mientras la ayudase a escapar, pero no contó con que era una maldición disfrazada. Siempre había leído mucho, sobre todo mitología y leyendas; devoraba con la mirada libros que trataban estos temas, aunque no creía que fuesen reales. Ahora frente a ella se hayaba un vampiro que ofrecía su ayuda a cambio de la inmortalidad.

Quiso negarse, realmente era su plan, pero la desesperación venció en ella. Apreciaba más su libertad que vivir toda la eternidad, sin embargo era consciente de que nada sería como antes. La existencia de los Yayoi cesó en segundos llenos de lamento y dolor, pero la joven seguía en el planeta. Se apresuró en pedirle al hombre que anunciara su muerte a su familia, huyendo nada más recibió la confirmación de que lo haría. Yamu pasó momentos muy difíciles en su primer año como inmortal, pero sabía que si no se mantenía fuerte, el fin llegaría pronto. Decidió regresar a la que era su verdadera tierra, ocupando el hogar de sus abuelos tras ser abandonado durante todos los años que pasaron desde su huida.

En la actualidad, Yamu decidió unirse a un grupo de idols que tenían gustos parecidos a los suyos, además de que le resultó imposible negar su invitación y el trato tan amable que recibió. Una de las chicas en el grupo, Mea, se convirtió en su mejor amiga y compinche de actuación en la temática que tienen. Así acabó confesando su secreto para quitarse el peso de encima, lo que sirvió como motivo para unirlas aún más; Yamu quiere mucho a su amiga y la cuida de cualquier mal existente.

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nov 23 2019 ∞
nov 23 2019 +