De las que son una contradicción andante. Annaliese siempre ha sentido que su vida (y personalidad) se divide en dos; lo que es con su familia y lo que es una vez que deja ese pequeño sitio que suele llamar hogar. Cualquier persona podría pensar «¿acaso no es así con todos?» y es aquí donde ella pondría los ojos en blanco porque no tienes ni idea de lo que hablas y sería una pérdida de su tiempo tratar de hacerte ver las cosas desde su punto de vista.

Seria, prudente y reservada. Aunque es la hija de en medio (que según estudios psicológicos debería estar desesperada por llamar la atención de sus padres o tener el autoestima más bajo que el centro de la tierra) siempre ha sentido que debería cargar con la responsabilidad que debería (suele) ser de Abby. La de tratar de ayudar en casa y con su hermano menor cuando no está tratando de ganar un poco de dinero extra impartiendo tutorías por las tardes. Su madre y ella no mantienen una relación amena pero suelen aparentar que todo está bien para no interrumpir el poco bienestar de la familia. (Un papel más qué interpretar en su vida, cualquiera diría).

Cuando no pretende ser la hija perfecta (que está muy lejos de ser), Anna suele dedicar su tiempo a los tres amores más importantes de su vida: el bajo, la pintura y sus cigarros. No necesariamente en ese orden, por supuesto. El bajo fue una de esas cosas que llegaron a su vida y la agarraron desprevenida, pero no quisiera que fuera de otra forma. Después de muchos meses ahorrando todo el dinero posible, hace poco logró comprar uno propio (además del amplificador) y lo cuida como si fuera su hijo. Por otro lado, desde pequeña descubrió un interés creciente por la pintura y, aunque no puede hacerlo con la frecuencia que quisiera por el precio de los materiales, suele disfrutar los pocos momentos en los que puede ignorar todo lo que le rodea y concentrarse en el lienzo frente de ella. Por último, los cigarros son un mal hábito que agarró cuando tenía catorce y le ha ayudado a ahorrar un par de billetes en días que apenas tiene cómo regresar a casa. Está consciente que no es el almuerzo más saludable del mundo, pero se conforma con engañar a su estómago por un par de horas.

Es partes iguales de cinismo e idealismo. Le gusta creer que las personas son capaces de lograr lo imposible si tan solo se deciden y concentran en ello, pero no se considera tan imbécil como para pensar lo mejor de todos los que la rodean (o de lo que podrían hacer). Muy en el fondo desea cambiar la vida de los demás, pero no pierde el tiempo pensando mucho al respecto. (Cree que si no puede cambiar su situación actual, peor la de los demás). Le entretiene leer sobre filosofía en sus tiempos libres y desearía tener alguien con quien hablar al respecto (Abby suele decir que se volverá loca un día de estos).

Tan liberal que su padre solía bromear y decir que cualquier día de estos tendría que pagar fianza por ella y quedar en la calle. Cree que todos merecen las mismas oportunidades aunque está consciente que vive en una sociedad impulsada por el dinero y las desigualdades sociales. Suele quejarse de todos los males del mundo cuando está demasiado borracha o algún idiota dice algo que logra enojarla.

Atrevida cuando le apetece y demasiado franca la mayor parte del tiempo. Liese no es de esas amigas que tratarán de mentirte por miedo a herir tus sentimientos. No, ella es la que te dirá la franca verdad y luego te invitará una cerveza o dejará que te quejes aunque no esté muy interesada en el tema. Es de las que si te prometen que se llevarán uno de tus secretos a la tumba, piensa cumplir con ello. No tiene ningún interés en herir a los demás a menos que crea que sea necesario o se haya metido con sus hermanos. Terriblemente leal y apegada a sus amigos.

Esa es ella. La que no termina de estar muy segura de quién es en realidad, pero no se queja de irlo descubriendo poco a poco. La que considera su personalidad un juego más de sudoku que le está tomando más del tiempo debido, pero algún día terminará. Con el tiempo.

oct 28 2013 ∞
jan 16 2014 +