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«Soy peor que un trapo de cocina, peor que los algodones sucios, yo en realidad no tengo nada que ver conmigo mismo». —Julio Cortázar.
«No me guardes rencor por mi largo silencio; sería mucho más horrible si supieras de cuántos fragores y sordos ruidos se componía este silencio». —Julio Cortázar.
«Qué importan los versos donde fluirás intacta cuando partas ahora dame la húmeda certeza de que estamos vivos». —Fragmento de Matería de Poesía, Rogelio Nogueras)
«No me importa si lo digo mal y te hacen reír mis palabras. Yo hablo como puedo, no sé decir lo que siento». —Rayuela, Julio Cortázar.
«Ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel, y así siempre». —Julio Cortázar.
«Sabes, me das una especie de felicidad funcional, de razonable humanidad cotidiana, y es mucho, y te lo debo solamente a ti». —Julio Cortázar.
«Era perfectamente natural que te acordaras de él a la hora de las nostalgias, cuando uno se deja corromper por esas ausencias que llamamos recuerdos y hay que remendar con palabras y con imágenes tanto hueco insaciable». —Julio Cortázar.
«Amor mío, amor mío. Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo». —Fragmento de El último Amor, Vicente Aleixandre.
«Se me quedó el espectro de tu ausencia, que es tuyo y no eres tú, y en otro asunto de amor desliza su inactual presencia.
Y, en continuado ayer, hoy sin nombrarte, ayer y hoy sin diferencia junto de tanto amar tu amor, de tanto amarte». —Fragmento de Soneto II, Ángel Cuadra.
«Es raro cómo se puede perder la inocencia de golpe, sin saber siquiera que ha entrado en otra vida». —Julio Cortázar.
«Siempre hay que hacer preguntas, y siempre hay que preguntarse el porqué de nuestras propias preguntas. ¿Y sabes por qué? Porque nuestras preguntas, al primer descuido, nos dirigen hacia lugares adonde no queremos ir». —Fragmento de 2666, Roberto Bolaño.
«Después de todo, ¿qué crees que es la sinceridad? ¿Que yo te diga lo que te gusta y vos me digas lo que me revienta? Cuidado con la palabrita. La sinceridad (cuando es sincera, porque también hay una sinceridad falluta) siempre nos llevará a odiarnos un poco». —La lluvia y los Hongos, Mario Benedetti.
«Antepongo minuciosamente las palabras a la realidad que pretenden describirme, me escudo en consideraciones y sospechas que no son más que una estúpida dialéctica». —Julio Cortázar.
«Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación de] amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero». —Julio Cortázar.
«Lo que es seguro es que ahora es muy difícil para las mujeres asumir a un tiempo su condición de individuo autónomo y su destino femenino; es la fuente de estas torpezas y malestares que a veces las presenta como “un sexo perdido”. Y sin duda es más cómodo sufrir la esclavitud ciega que trabajar por la liberación: los muertos también están mejor adaptados a la tierra que los vivos». —El Segundo Sexo, Simone de Beauvoir.
«No había un desorden que abriera puertas al rescate, había solamente suciedad y miseria, vasos con restos de cerveza, medias en un rincón, una cama que olía a sexo y a pelo, una mujer que me pasaba su mano fina y transparente por los muslos, retardando la caricia que me arrancaría por un rato a esa vigilancia en pleno vacío. Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad. La Maga no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban a abrirse más allá de ella, y que yo andaba como salido, volcado en otra figura del mundo». —Rayuela, Julio Cortázar.
«No sé por qué, pero hoy me dio por extrañarte, por echar de menos tu presencia. Alguien dijo que el olvido está lleno de memoria». —Mario Benedetti.
«¿Pero cómo acercarse y decirle que eres alguien especial? «Hola, yo no soy como los otros». Cuando en realidad no sirve, porque nadie busca algo especial, aunque digan que sí. Buscan algo normal a lo que llamar especial». —Gabriel Noguera.
«¿Que eres fea? Perdóname si supongo, más bien, que eres ignorante. Hay una cosa, deberías saberlo, que se llama artes plásticas. Lo que con esas artes se produce es tan maravilloso que desde hace milenios el hombre lo cultiva, lo cuida, lo conserva. Es la memoria, la memoria de lo que nos gusta. Piedras talladas, vadijas con dibujos, pinturas, lienzos, muros, esculturas, y más recientemente, fotos y películas. Y allí hay, sobretodo, imágenes de mujeres. Mira bien y verás que seas como seas (tu cara, tu cuerpo, tu adelantado o tu trasero), en alguna parte, alguna vez, habrás sido prototipo de belleza. Y una belleza serás, de todas formas, para alguien.
Cuando te dices fea querrás decir que tu hermosura no está ahora de moda. Lo que no significa que no haya quien te admire, pues todavía hay gente con carácter, que no juzga según los modelos del ambiente sino con los ojos, con los propios ojos.» —Héctor Abad Faciolince.