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Uff... Bueno, el día ahora mismo parece difícil.
Lunes. ¿Qué tengo que hacer el lunes? Mucho. Poco. No sé. Despertarme temprano. Abrir bien, bien, los ojos. Temprano. T-e-m-p-r-a-n-o (dios, qué palabra tan larga). Y levantarme. Lo de levantarse es (mucho) muy importante. No sé qué me pasa... Creo que le tengo miedo al día, al movimiento; al momento en que el cuerpo empieza a moverse para integrarse a la rutina diaria y saber que corre el oxígeno, corre la sangre y mana pesadez por los poros. Y yo no quiero transpirar angustia, irá, hastío, pero pasa.
Llevar a Kitty al veterinario y ver... ¿La eutanasia es ahora u otro día? No quiero tener más la presión de esta angustia; así que por favor que sea ahora y no después; ahora y no en otro día con horario establecido. No tengo aguante para estas cosas. No quiero saber, no quiero anticipar. Que pase lo que tenga que pasar, pero que pase ahora.
Después volver... y limpiar la casa, los muebles, las ventanas (¿para cuándo las ventanas?), el piso, lavar, cortar el pasto. Y y y y no sé en qué orden tendría que hacer las cosas. ¿Ahora o luego? ¿Voy a tener la fuerza?
Tengo que cocinar. O recalentar los fideos que quedaron. Y si es lo último hay que comprar un poco de queso. Y también leche, que no tiene que ver con la comida, y es algo que no puedo dejar de tomar aunque me descomponga, de náusea y hace que me baje la presión, pero bueno.
Y más tarde, en la tarde, ir a ver a mí papá. Me angustia. Luego de verlo es como si exhalara, pero antes... antes estoy negada.
Por último, seguir buscando trabajo... ? Estoy cansada. Agotada. Enferma. No puedo más. Y ahora me voy a dormir, o a bajar la versión p(irata)remium de Spotify y escuchar algo hasta que me duerma.
Adiós y buenas noches.