- ¿Echar a la pobre vieja a la calle como si fuera un perro rabioso? ¡Pero dónde se ha visto cosa parecida! Pero, digo yo, ¿qué somos? ¿Negros, para ser tan salvajes? ¿O judíos, como para no tener ni siquiera creencias religiosas? No, esa mujer no tiene perdón de Dios, mirá... ¡ojalá sea la vieja la que se tiró abajo del tren! El único consuelo que tengo, Nora, y gracias a Dios que me eduqué en una casa católica apostólica románica, es pensar que, un día de estos, Dios la va a llevar por su cuenta y le va a hacer pagar una por una todas sus fechorías, porque si hay algo en lo que creo es en Dios y en la justicia.
- Decir uniques es poco. Eran únicos.
- Mi marido, en el fondo, era bueno. Nunca nos hizo faltar de nada... que a veces no teníamos para comer, es cierto.
- No tengo ningún inconveniente en decírtelo. Primero te lo dije porque tengo lengua, segundo te lo dije porque vivimos en un país independiente, soberano, libre, con libertad de expresión, sin censura, taráráblablablá y tercero porque se me antojó.
- Tanta lágrima inútil, tanto dolor malgastado, ¡pero por qué no se quedarán en sus países, esos comunistas muertos de hambre!.
- ¿Y vos qué hacés ahí parado? ¡No esperarás una propina en un día de duelo como el de hoy!.
- La charlatana de al lado me imita en todo: Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles. ¡Qué país!.
- Paralítica no sos, sobre todo de lengua.
- Mamá, dice doña Elisa que nos vayamos todos a la mierda.
- ¡Ah, no, no, no! ¡Yo me voy! Thank you very much. Un domingo así, yo no paso. Es cosa de hábito. En casa de mis padres nunca se levantó la voz, ni para decir «buenos días». Así que son todos muy adorables, muy queribles, pero...
- Qué miseria, che... qué miseria. ¿Sabés lo que tenían para comer? Tres empanadas. Me partieron el alma. Tres empanadas que les sobraron de ayer para dos personas.
- Por eso no voy a verla... No puedo soportar que pase hambre. A propósito, hay un olor a salsa maravillosa, ¿cuánto falta para saborear esos ravioles?.
- Si yo no estuviera aquí, diría que estoy allí.
- Qué lindo vestidito que tenés, parecés una modelo, qué linda que estás... ¡Qué horrible está esa criatura, cada día más igual al padre!
- Te das cuenta con lo que hay que lidiar?... ¡No aguanto más el cuento de la mayonesa!... Que seas vos quien se atreve a hablar de mi corazón, ¡vos, que no tuviste el menor escrúpulo en echar a la calle a una anciana mártir, sólo porque te echó a perder una mayonesa de mierda!
- Vos tenés una miseria digna.
- Yo siempre le pido a la Virgen, pero a la de Luján. A Lourdes no voy más. Iba siempre, traía el agua bendita para tomar con el mate, ¡pero la última vez me dio una diarrea! Lo que me acordé de esa Virgen...
- ¡Criatura estúpida!
- ¡Minusválida mental!
- ¡Yo no soy una criatura! Detesto la violencia, eso es todo. Desgraciadamente yo no soy sensible, soy hiper sensible. ¡Esto me aniquila, mis nervios no son de acero, yo me desintegro!
- ¿Así que yo soy la cornuda y a vos te ofende más?
- ¿Qué Sergio? ¿Qué primo? ¿Qué mamá? ¿Qué tía? ¡Acá no tenemos ninguna tía! ¡¿Quién habla?!
- Ésta me sacó el carácter de los Musicardi, duros y egoístas. En cambio, nosotros, los Romero, somos tan sentimentales... pero es mejor ser como ellos, se sufre menos.
sep 21 2012 ∞
may 31 2021 +