Querías ser tantas cosas que terminaste no siendo nadie, cogías todas las partes que te gustaban de los demás y las añadías artificialmente a tu personalidad construida, sin que encajara nada, como era de esperar. Sólo salía tu verdadero yo cuando te concedía lo que buscabas, como sintiéndote un estafador me confesabas que no sabías nada, que no me podías enseñar nada, ni dar respuestas, que tu verdadero yo era no ser nadie.