- Realizar afirmaciones positivas, desde hoy mismo. Por ejemplo, decirse cada mañana, frente al espejo, que todo está bien, y que cada día estará mejor; o crear contraseñas para el ordenador con mensajes positivos del tipo: “Buen otoño”; “Cumplo mis sueños”; “Hoy es un buen día”, así como cualquier otra frase que nos facilite visualizar nuestra felicidad y disfrutarla.
- Procurarnos más momentos de silencio. Saber estar a solas, conscientes de nosotros mismos, mientras la mente, serena, contempla el mundo alborotado. Eso tiene precio.
- Dejar las prisas a un lado. Son una falta de respeto hacia nosotros y suelen estar comandadas por el mundo exterior, no por nuestra propia voluntad. Seguro que encontramos algún modo de hacer las cosas con más calma; de ir una a una, y no atropellarnos queriendo resolver todo al mismo tiempo. Eso es agotador.
- Estar atentos a todo, para no perdernos ni un fragmento de la vida. Estamos ausentes del momento presente, viviendo en tiempos inexistentes, en futuros temidos y en pasados dolorosos (o gloriosos, pero excesivamente idealizados) y obviando el presente, el momento en el que todo tiene lugar y en el que encontramos la paz y ese silencio interior que anhelamos. Sólo en el presente se diluyen los deseos del ego que nos llevan a la infelicidad. Sólo en el ahora se disfruta del instante eterno.
- Desarrollar nuestra creatividad en cualquier proyecto, trabajo o tarea y siempre con sosiego, sin metas materiales ni búsqueda de reconocimiento, sino conectándola a la prosperidad desde el goce personal y el servicio a los demás. Esto sólo se consigue también en el presente, centrados en lo que nos hace vibrar y que, con toda seguridad, contribuirá a que en algún momento otros participen y se favorezcan de ello.
- Alimentarnos bien, y recordar que cuando no lo hacemos no somos nuestra propia guía, sino que nos conduce la ansiedad.
- Meditar para limpiar la mente de la toxicidad que proviene del vivir inconsciente y del pensar preocupante.
- Practicar ejercicio físico: deportes, danza o Yoga, Pilates, Tai Chi o cualquier otra elección que contribuya a mantener en forma nuestro cuerpo.
- Vivir las relaciones humanas como un juego de aprendizaje en el que compartir (no competir) sea lo prioritario.
- Ahondar en nuestro fondo altruista y practicar la compasión hasta llegar a comprender que todos somos UNO. Verificar lo felices que estamos cuando lo experimentamos.
sep 17 2011 ∞
jun 27 2012 +