- ¡El arte!..., ¡el arte!..., ¡la belleza!... ¿Sabes lo que es?... ¡Pues bien, hijo mío, la belleza es un vientre de mujer, abierto, lleno de sangre, con unas pinzas dentro!
- Europa, con su civilización hipócrita y bárbara, es la mentira... ¿Qué otra cosa hacen allí que no sea mentir, mentirse a sí mismos y mentir a los demás, mentirle a todo lo que, en lo más recóndito del alma, reconocen como verdadero?... Están obligados a fingir un respeto meramente exterior por las personas e instituciones que les parecen absurdas... Viven cobardemente apegados a convenciones morales o sociales que desprecian, que condenan, que saben carentes de todo fundamento... Es esa contradicción permanente entre sus ideas, sus deseos y todas las formas muertas, todos los vanos simulacros de su civilización, lo que los vuelve a ustedes tristes, lo que los perturba y los desequilibra... En ese conflicto intolerable pierden ustedes toda alegría de vivir, toda sensación de personalidad..., porque minuto a minuto comprimen, impiden, frenan el libre juego de sus fuerzas... Ésa es la llaga emponzoñada, mortal, del mundo civilizado...
- ¡Los hombres!..., los hombres no saben lo que es el amor, ni lo que es la muerte, que es mucho más hermosa que el amor... No saben nada..., y siempre están tristes..., ¡y lloran!... ¡Y se desmayan sin razón, por tonterías!... ¡Ta, ta, ta!
- Mira el agua, pero su mirada va más allá del agua y más hondo que el agua; va, quizás, hacia algo más impenetrable y más oscuro que el fondo de esas aguas; va, quizás, hacia su alma, hacia el abismo de su alma que, en un remolino de llamas y de sangre, arrastra las flores monstruosas de su deseo... ¿Qué mira, realmente?... ¿En qué piensa? No lo sé... Quizás no mira nada..., quizás no piensa en nada... Un poco cansada, con los nervios destrozados, herida por los latigazos de demasiados pecados, calla, eso es todo... A menos que, en un último esfuerzo de su cerebralidad, esté reuniendo todos los recuerdos y todas las imágenes de este día de horror para ofrecerle un ramillete de flores rojas a su sexo... No lo sé...
- Yo no sabía qué hacer, no sabía que decir... Y me inclinaba sobre ella con el alma angustiada, llena de incertidumbres trágicas y de cosas turbias, turbias... Con el fin de cerciorarme de que se trataba de una crisis pasajera y que no se había roto en ella ninguno de los resortes de la vida, la cogí de las muñecas...
jan 22 2014 ∞
jan 22 2014 +