“La vida jamás ha tenido menos sentido. La vida jamás ha sido tan poco sentida. La vida jamás ha sido tan poco vivida. Jamás tan plástica, triste, desapasionada y desnaturalizada y, al mismo tiempo, tan entretenida. Entretenerse esperando la muerte es lo que se considera vivir. Todo gira alrededor de una palabra: “más”. Queremos más tiempo… que desperdiciar. Queremos más cosas… con las que enterrarnos. Nacemos para morir y el camino está fríamente trazado en el inconsciente colectivo de este moribundo organismo vuelto máquina que es la sociedad: estudiar a disgusto para vivir, trabajar a disgusto para vivir, jubilarse a disgusto para morir… morirse de disgusto por no haberse atrevido a vivir. Nacer para vivir… pero una vez socializado por la familia, la escuela, la fábrica, el televisor, la calle, el bar… Vivir para morir.”